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>>Historia de Don Bosco [Nuevo]
Por el P. Jorge García Montaño SDB.
Ser Acompañado como Don Bosco
Lee atentamente los 7 puntos claves para un buen acompañamiento espiritual, luego te retamos a resolver el crucigrama que a continuación se presenta
Alguna vez te has preguntado
¿Cómo puedo ser feliz? ¿Cómo podría ser mejor humano, mejor hijo(a), mejor
novio (a) mejor amigo (a), mejor cristiano (a)? ¿Cómo puedo mejorar mi relación
con Dios y los que me rodean? Etc. Todas
estas y más, son las preguntas más frecuentes que nos hacemos. Nosotros como
jóvenes estamos llenos de preguntas, pero no siempre de las respuestas más
acertadas. Yo también me he cuestionado
sobre estas y muchas cosas y ¿sabes algo? No somos los únicos, también Don
Bosco lo hizo y aquí te muestra la clave para darles respuesta: descubrir y hacer caso de la voluntad de Dios. Pero ¿Cómo
descubrir la voluntad de Dios? con el Acompañamiento
espiritual.
A continuación te propongo 7
puntos que son indispensables para llevar un buen acompañamiento espiritual,
tal y como fue el acompañamiento de Don Bosco.
1: Tener una fuerte voluntad de querer crecer como persona
y como cristiano, ya que el acompañamiento espiritual es responsabilidad e interés de querer ser acompañado. Un
ejemplo en la vida de Juan Bosco es cuando va a escuchar a los misioneros y se
encuentra con Don Calosso, Juan iba sin compañía, por pura voluntad propia, a
escuchar a los misioneros:
-Hijo
mío ¿De dónde vienes? ¿Estuviste también en la misión?
-Sí,
señor. Estuve en la predicación de los misioneros.
-¡Qué
habrás entendido! Tal vez tu mamá te hubiera hecho una platiquita más
apropiada, ¿no es verdad?
-Ciertamente
mi madre con frecuencia me dice cosas muy buenas, pero me gusta escuchar a los
misioneros y me parece que les he entendido todo. (MO [9] p.53).
2: Buscar un buen acompañante espiritual, que sea una persona de oración, que conozca del tema, que tenga sabiduría y que
tenga experiencia como acompañante y como acompañado, por ejemplo, un laico
capacitado, tus catequistas, el párroco de tu colonia, algún sacerdote,
religioso o religiosa. La Divina Providencia puso en el camino de Juan un
hombre que cumplía con estos requisitos: Juan Calosso.
Era una persona muy piadosa y que, aunque un
poco encorvada por los años, recorría ese largo trayecto del camino para ir
a escuchar las prédicas de los misioneros. (MO [9] p.53).
3: Ser
sincero
con tu acompañante espiritual para que conozca más acerca de tu vida y te pueda
orientar y ayudar de una mejor manera en tu crecimiento espiritual. Al igual
que lo hizo el pequeño Juan Bosco al mostrarle rasgos importantes de su
historia familiar, sus problemáticas, sus sueños y aspiraciones.
-¿Cómo te llamas? ¿Quiénes son tus padres? ¿Qué
estudios has hec ho?
-Me llamo Juan. Mi padre murió cuando yo era muy
niño. Mi madre, viuda, tiene que mantener cinco personas. Aprendí a leer y algo
a escribir.
-¿Conoces el Donato, la gramática?
-No sé qué es eso.
-¿Te gustaría estudiar?
-¡Muchísimo!
-¿Qué te lo impide?
-Mi hermano Antonio.
-¿Y por qué Antonio no te deja estudiar?
-Porque como a él no le gustaba ir a la
escuela, dice que no quiere que otros pierdan el tiempo estudiando como le
sucedió a él. Pero si yo pudiese ir, claro que estudiaría y no perdería el
tiempo.
-¿Y para qué
quieres estudiar?
-Para
hacerme sacerdote.
-¿Por qué
quieres ser sacerdote?
-Para
acercarme, hablar y enseñar religión a tantos amigos míos que no son malos,
pero que tienen el peligro de dañarse porque nadie se ocupa de ellos (MO
[9] p.54)…
Él sabía lo que yo hablaba, mi manera de pensar y de
comportarme. Esto le agradó muchísimo pues así me podía dirigir con fundamento
tanto en lo espiritual como en lo temporal. (MO [10] p.55).
4: Llevar un proceso con el acompañante, que es poner
fechas y metas dentro del acompañamiento. Sólo con un acompañamiento procesual
se pueden cumplir las metas fijadas y asegurar el crecimiento espiritual y el discernimiento
de tu vocación. Don Bosco lo hizo así desde pequeño:
Conocí entonces lo que significa tener un guía
estable, un fiel amigo del alma del que hasta entonces había carecido. (MO
[10] p.55).
5: Aceptar a tu acompañante como un guía, como alguien que te ayuda, quererle como un amigo
del alma, cuando se quiere a
alguien se le da la confianza y no hay miedo de que te muestres tal y cual eres
en realidad.
Don Calosso se convirtió para mí en un ídolo. Lo quería
más que a un padre, rezaba por él y con gusto le prestaba cualquier
servicio. (MO [11] p.58).
6: Ponerte en manos de tu
acompañante espiritual haciéndole caso a sus sugerencias y obedeciéndole en lo que te proponga, recuerda que tu acompañante
debe de ser sensato y razonable, sólo así, se podrá tener un buen
acompañamiento donde los dos (acompañante y acompañado) puedan dar de su parte.
Juanito Bosco así lo entendió y no hizo caso omiso de esto:
Me prohibió en seguida una penitencia que yo acostumbraba hacer, porque no
era proporcionada ni a mi edad ni a mi condición. (MO [10] p.55).
7: Pero, sobre todo, poner
toda tu confianza en Dios,
frecuentando los sacramentos (muy
especialmente la reconciliación y la Eucaristía), la lectura espiritual y la oración frente al santísimo Sacramento.
Me
estimuló a la frecuencia de la confesión y la comunión y me enseño a hacer
cada día una breve meditación, o mejor, un poco de lectura espiritual. (MO
[10] p.55).
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